viernes, 29 de octubre de 2010

UN TREPARRISCOS EN MONFRAGÜE

La anterior imagen ha sido tomada prestada del blog Birdingextremadura de nuestro compañero Martín Kelsey. Los autores son Tom y Greg Marbett, que tuvieron la suerte de ver un treparriscos (Tichodroma muraria) en el aparcamiento del Salto del Gitano, Monfragüe, el 11 de octubre de 2010. Revisando la bibliografía nos ha sorprendido que sólo haya publicada otra observación en Monfragüe, de hace 21 años, el 25/10/1989 (J. A. Ojalvo; aunque sabemos de otras nunca publicadas, entre ellas una de Alan Parker, del 11 de enero de 1989). En los tres anuarios ornitológicos de Extremadura editados, sólo hay dos citas más en la región hasta 2003, una de 1991 y otra de 1999, ambas del mismo observador (Godfried Schreur). Entre 2004 y 2008 (inédito), el panorama cambia, y se conocen diez observaciones más. Entre ellas un ejemplar en el castillo de Trujillo (pueblo donde parece haber otras observaciones no publicadas), cuatro ejemplares juntos en Valencia de Alcántara, un ejemplar anillado en Picos de Europa que apareció atropellado en medio del pueblo de Cañamero el día de Año Nuevo de 2005 y la permanencia de uno o dos ejemplares en el pico Villuercas durante tres meses (enero-marzo 2008). Estas catorce citas se reparten entre octubre y marzo por cortados rocosos de gran parte del territorio extremeño, pero especialmente en las sierras cuarcíticas de Las Villuercas (la mitad de ellas).

El treparriscos es el único miembro de la familia Tichodromidae. Un especialista en roquedos presente en las montañas del sur del Paleártico, desde Asturias hasta China, pasando por Alpes, Cáucaso e Himalaya, entre otras. En España las áreas de cría se limitan a zonas altas de la cordillera Cantábrica, sobre todo de Picos de Europa, y del Pirineo, prefiriendo sustratos calizos. En conjunto se estiman unos pocos miles de parejas, la mayoría en el Pirineo de Huesca. En otoño e invierno, una parte de la población permanece en las áreas de cría, incluso a gran altitud. Pero otra parte realiza cortos desplazamientos hacia cortados en zonas más bajas, incluso al nivel del mar, sobre todo en la mitad oriental ibérica, también de naturaleza caliza. La presencia en Extremadura se intuye como regular en invierno, a pesar de las pocas observaciones. El hábitat tan poco accesible que ocupa hace que observarlo sea una auténtica loteria.

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