jueves, 16 de octubre de 2014

EL ÁGUILA PERDICERA EN EXTREMADURA. 1990-2013.

Águila perdicera (Aquila fasciata). Portilla del Tiétar, Monfragüe. Año 2003. 
Por Enrique Fernández Larreta (también fotografía final).

El águila perdicera (Aquila fasciata) es, junto a sus congéneres las águilas real e imperial, la tercera gran águila presente en Extremadura. La situación en la región de las dos anteriores, así como otras rapaces, ha sido revisada en este blog, pero extrañamente no lo ha sido, hasta ahora, el águila perdicera. Dado el interés y pasión que despiertan las grandes rapaces entre los aficionados a las aves, a continuación se muestran los aspectos básicos del águila perdicera en Extremadura

Distribución. El área de ocupación del águila perdicera es similar al de otras rapaces rupícolas, como águila real y alimoche, aunque su presencia es más reducida en los extremos norte y sur de Extremadura. Hay una amplia zona de ocupación en la franja central de Cáceres, en los cortados fluviales del Tajo y sus afluentes y en las pequeñas sierras que flanquean estos ríos, así como en Ibores y Villuercas al este. También destacan la alineación de sierras en el eje central, como son Sierra de San Pedro y el noreste de Badajoz (La Siberia, La Serena y entorno). La sierras centrales de Badajoz, entre Mérida y las estribaciones de Sierra Morena, muestran asimismo una buena ocupación. Aparte de estos grandes núcleos, se conocen parejas aisladas en el Guadiana internacional y en el Sistema Central. En este último caso la información actual es escasa y confusa. Así, a mediados de la década de 2000 se observaban parejas de adultos en la Sierra de Gata (territorio con cría segura compartido con Salamanca) y Las Hurdes, pero no tenemos datos recientes. En los últimos años también hay observaciones de adultos en Montehermoso y Valle del Jerte, pero poco concluyentes en cuanto a la existencia de territorios. 

Población en 2013. Según la nota de prensa publicada por el Gobierno de Extremadura en marzo de 2014, la población regional se compone de 93 parejas seguras y 9 parejas probables, un total de 102 parejas. Durante 2013 se controlaron 73 parejas, de las cuales 34 sacaron adelante 64 pollos. Un resultado bajo en relación a los típicos de la especie, achacado a las condiciones poco óptimas existentes durante el mes de marzo de 2013 con abundantes lluvias y temperaturas bajas. Aunque la nota de prensa indica que cada vez hay más nidos de águila perdicera en árboles (ocho en 2005) y en tendidos eléctricos (cuatro en 2005), no se aporta información concreta y actual sobre este interesante aspecto.


Evolución. A partir de diversas fuentes, se ha elaborado la anterior gráfica con los censos conocidos de águila perdicera en Extremadura. Cuando la fuente lo indica, se han considerado las parejas seguras, de no ser así, se ha reflejado la única cifra que figuraba en cada caso. Desde el año 2000, a excepción de 2004, se dispone de datos anuales, que oscilan entre las 82 parejas de 2010 y las 101 parejas de 2006, siendo el máximo de la serie las 103 parejas de 1994. Para los últimos 14 años los valores parecen estables en unas 90-95 parejas seguras, aunque con variaciones de hasta el 14% entre años consecutivos, quizás debidas a diferencias en el esfuerzo de censo, lo que dificulta el análisis de la tendencia.


Reproducción. Entre la serie de datos revisada, sólo nos consta información precisa sobre reproducción en dos monografías (del Moral, 2006; Arroyo et al. 1995), además de brevemente en el nota de prensa relativa al año 2013. Todo ello se muestra en la tabla anterior. El año 2013, como ya se ha dicho, ha tenido una gran proporción de fracasos (sólo el 47% de las parejas crían con éxito), pero aquellas parejas que sacaron pollos lo hicieron con un buen resultado (la tasa de vuelo en 2013, 1,9, es la más alta de las tres indicadas). En conjunto, la productividad en 2013 ha sido intermedia (0,9), aunque no muy diferente a las citadas en 1990 (1,05) y 2005 (0,8).


No podemos cerrar la revisión sin aludir a la nota de prensa del Gobierno de Extremadura, que peca de cierta propaganda. Así, el propio título afirma que al águila perdicera le va bien en Extremadura pero mal en el resto de España. Ello puede ser cierto para la mitad norte peninsular, pero es falso para la mitad sur, sobre todo para la importante población andaluza (44% en el censo de 2005, por el 12% de Extremadura). El mapa anterior, tomado de Hernández-Matías et al. (2013) muestra los núcleos de población de águila perdicera en el suroeste de Europa, su tamaño relativo (dimensión de los círculos), su estado (bueno en verde, malo en rojo), el grado de saturación (margen blanco del círculo) e intercambios entre sectores. A primera vista se observa que la población extremeña tiene un estatus favorable, pero está casi saturada y recibe más individuos (sobre todo de Andalucía , pero también de Portugal), de los que aporta al resto. No obstante, en dicho estudio se pone de manifiesto que Extremadura está entre los lugares peor conocidos y que menos información proporciona en relación al águila perdicera.


Fuentes: 

- Nota de prensa del Gobierno de Extremadura. 03/03/2014.  "La población de águila perdicera se consolida en Extremadura, pese al declive en el resto de España".
- Informes ambientales de Extremadura [ver aquí]
- del Moral, J. C. 2006. El águila perdicera en España. Población en 2005 y método de censo. SEO/BirdLife, Madrid, Spain.
- Arroyo, B., Ferreiro, E. y Garza,V. 1995. El Águila Perdicera (Hieraaetus fasciatus) en España. Censo, reproducción y conservación. Colección Técnica. ICONA. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Madrid.
- Martí, R., y J. C. del Moral. 2003. Atlas de las Aves Reproductoras de España. Dirección General de Conservación de la Naturaleza-Sociedad Española de Ornitología, Madrid, Spain.
- A. Hernández-Matías, J. Real. M. Moleón, L. Palma, J. A. Sánchez-Zapata, R. Pradel, M. Carrete, J. M. Gil-Sánchez, P. Beja, J. Balbontín, N. Vincent-Martin, A. Ravayrol, J. R. Benítez, B. Arroyo, C. Fernández, E. Ferreiro y J. García. 2013. From local monitoring to a broad-scale viability assessment: a case study for the Bonelli’s Eagle in western Europe. Ecological Monographs, 83:239-261.

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